Se considera una piel muy madura aquella con más de 55 años de edad. En esta etapa el factor tiempo es dominante y determina los cambios en la forma y las funciones de la piel.

Los principales cambios que se pueden notar en esta etapa son:

  • Líneas de expresión marcadas; especialmente en la frente, contorno de la boca, la zona de los ojos y el cuello.

  • Los vacíos en el rostro por la pérdida de colágeno, elastina.

  • Resequedad

  • Perdida de luminosidad.

Esto se debe principalmente a que se ven afectados ciertos procesos en las distintas capas la piel.

En la epidermis:

  • Alteración en el recambio celular

  • Pérdida de eficacia antioxidante

  • Daños sobre la síntesis de ADN de las células

  • Hidratación epidérmica

En la dermis:

  • Daño a la síntesis de colágeno, elastina y ácido hialurónico

  • Perdida de percepción sensorial

  • Perdida de flujo sanguíneo y aportación de nutrientes a las células

Para poder ayudar a la piel a mejorar todos estos procesos, es importante el uso de rutinas y hábitos diarios a través de cremas faciales, geles contorno de ojos y vitaminas tópicas. Combinándolos entre sí, durante mañana y la noche. Además de intensificar con otros cuidados adicionales, como protección solar, buenos hábitos de sueño y un correcto régimen alimenticio.

Diseña estrategias de corrección de los signos de la edad, utilizando productos ideales para tu tipo de piel y envejecerás de forma saludable, evitando se generen problemas patológicos en tu piel.

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